martes, 9 de mayo de 2017

Día 12: Comienza el road trip holandés

A las 8:30 ya estábamos caminando con las valijas hacia la estación de tren, pero esta vez para la agencia Sixt a retirar el coche que teníamos reservado para los próximos tres días. Habíamos pagado un modelo modesto, con la apuesta de siempre de que no tuvieran y nos subieran de categoría. A veces funciona y a veces no, esta vez, ¡sí funcionó!

Al rato estábamos viajando. en un Mercedes Benz que envidiaría el finado de Roger Moore, hacia la ciudad de Volendaam, al norte de Amsterdam. A las 10:30 nos subimos al primer ferry hacia Marken, un pequeño pueblito de pescadores que parece salido de un cuento de Andersen, con sus casas sobre pilotes, calles angostas y ovejas junto a los patios traseros. Visitamos la fábrica de suecos y a la hora nos volvimos a Volendaam, donde seguimos paseando por el puerto y la iglesia principal, almorzamos bien holandés, un arenque Caro y yo una salchicha, acompañados de dos cervezas locales.
 

 

  



 

 

 


 

 


 

 

 

Agarramos de nuevo el coche y pusimos proa hacia Armesfoort, porque queríamos conocer los restos de uno de los dos campos de traslado y concentración nazi en Holanda. La verdad que no queda mucho, un par de paredes de una barraca y el puesto de observación del vigía, pero el sendero entre los árboles donde fusilaban a los detenidos, aunque no tenga una sola construcción, igual te deja en silencio y meditando. 

 

 

De ahí viajamos hasta Utrech, una de las ciudades más hermosas que conocimos en nuestro viaje. Dejando de lado el elefantiásico nuevo shopping en el borde de la zona central, toda la parte histórica es lindísima, con su solitaria torre, último sobreviviente de lo que fue su catedral.

 


 



 

 


De nuevo al coche y ya hacia nuestro destino final de ese día, el hotel Ibis de Rotterdam. Digo el hotel, porque nunca terminamos de conocer esta ciudad, sólo la usamos de base para visitar otros lugares. Llegamos al Ibis pasadas las 7 de la tarde, dejamos las valijas y salimos a caminar por el barrio, y a pesar de que al otro día no nos gustó el centro de Roterdam, estos suburbios, con sus jardines en las casas, las ventanas que dan a los lagos y los lagos con familia de cisnes nadando en el agua fue una imagen perfecta para terminar otro día de este viaje.



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