A
las 8:30 ya estábamos caminando con las valijas hacia la estación
de tren, pero esta vez para la agencia Sixt a retirar el coche que
teníamos reservado para los próximos tres días. Habíamos pagado
un modelo modesto, con la apuesta de siempre de que no tuvieran y nos
subieran de categoría. A veces funciona y a veces no, esta vez, ¡sí
funcionó!
Al
rato estábamos viajando. en un Mercedes Benz que envidiaría el
finado de Roger Moore, hacia la ciudad de Volendaam, al norte de
Amsterdam. A las 10:30 nos subimos al primer ferry hacia Marken, un
pequeño pueblito de pescadores que parece salido de un cuento de
Andersen, con sus casas sobre pilotes, calles angostas y ovejas junto
a los patios traseros. Visitamos la fábrica de suecos y a la hora
nos volvimos a Volendaam, donde seguimos paseando por el puerto y la
iglesia principal, almorzamos bien holandés, un arenque Caro y yo
una salchicha, acompañados de dos cervezas locales.
Agarramos
de nuevo el coche y pusimos proa hacia Armesfoort, porque queríamos
conocer los restos de uno de los dos campos de traslado y
concentración nazi en Holanda. La verdad que no queda mucho, un par
de paredes de una barraca y el puesto de observación del vigía, pero
el sendero entre los árboles donde fusilaban a los detenidos, aunque
no tenga una sola construcción, igual te deja en silencio y
meditando.
De
ahí viajamos hasta Utrech, una de las ciudades más hermosas que
conocimos en nuestro viaje. Dejando de lado el elefantiásico nuevo
shopping en el borde de la zona central, toda la parte histórica es
lindísima, con su solitaria torre, último sobreviviente de lo que
fue su catedral.
De
nuevo al coche y ya hacia nuestro destino final de ese día, el hotel
Ibis de Rotterdam. Digo el hotel, porque nunca terminamos de conocer
esta ciudad, sólo la usamos de base para visitar otros lugares.
Llegamos al Ibis pasadas las 7 de la tarde, dejamos las valijas y
salimos a caminar por el barrio, y a pesar de que al otro día no nos
gustó el centro de Roterdam, estos suburbios, con sus jardines en
las casas, las ventanas que dan a los lagos y los lagos con familia
de cisnes nadando en el agua fue una imagen perfecta para terminar
otro día de este viaje.
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