Como
el día anterior no habíamos tenido tiempo de conocer el spa, nos
levantamos tempranito, nos calzamos las batas del hotel y salimos
derecho para el sótano del hotel (de esto no hay fotos). He conocido spas de hoteles, pero
lo del Dukes' es algo de no creer, es todo un piso completo dedicado
a esta sección. No tiene pileta, pero lo suple con no sé cuántas
cabinas de masajes (a esas no entramos), duchas, sauna, hamman y
hasta una pared de sal con piedras del Himalaya...
Después
desayunamos copiosamente y finalmente salimos porteando las valijas
hacia la estación de tren. Sacamos un pasaje a Bruselas (el de
Bruselas a Amsterdam ya lo habíamos sacado por internet) y a las
11:57 dejábamos Brujas.
Pero
antes de Bruselas, nos bajamos en Gante, guardamos las valijas en la
consigna, alquilamos otras dos bicicletas a la vuelta de la estación
y salimos a recorrer el centro histórico de esta pequeña ciudad
universitaria de Bélgica.
Vimos la Catedral Sint-Baafskathedral,
pero no subimos a ver "La Adoración del Cordero Místico"
de Van Eyck, nos conformamos con la reproducción en un costado de la
nave central, y luego pasamos junto al Castillo de Gerard, el Diablo de
Gante.
Nos maravillamos con el estrambótico edificio del
Ayuntamiento y con las fantásticas veletas del edificio del gremio
de los Albañiles, la Iglesia de San Nicolás (Sint-Niklaaskerk) y el
hermoso puente de San Miguel.
Los que nunca entendimos, y seguimos sin entender, son esas papas colgadas en bolsitas sobre el canal...
Finalmente, volvimos a la estación, devolvimos las bicicletas, recuperamos las
valijas y tomamos el ten de las 15:45 a Bruselas, a la que llegamos
una hora exacta después. Sin
salir nunca de la estación, sólo vimos esta ciudad desde las
ventanillas del tren de Thalys, que a las 17:45 partió para Amsterdam.
Una
hora de viaje y llegamos a nuestra primera parada holandesa, que nos
recibió chispeando unas gotas que rebotaban en los adoquines de las
calles y en las aguas de sus canales. De todas formas seguimos el
plan de continuar a pie y peléandonos con el GPS del celular y la
carencia de conexión a internet llegamos caminando hasta el
departamento de Gerard (que no era Diablo, todo lo contrario).
Dejamos
las valijas y casi sin perder un minuto ya estábamos caminando por
el Barrio Rojo hasta la plaza Damm. Cenamos en un puesto de comida
rápida chino y volvimos a eso de las once de la noche a descansar.
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